Chronicle #11 (Ciclofilia y Frustración 2da parte)
Posted by Ricardo Robles | Posted in El Peatón Chronicles | Posted on viernes, enero 01, 2010
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Entonces, ¿en dónde la voy a dejar, o qué.... ya vio que no tiene estacionamiento para bicis? -dije, ya molesto de que mi argumento sobre las ruedas y los medios de transporte le había sido en absoluto relevante. No sé -segura e indiferente contestó la pistolera del Centro Magno- pero no puede pasar con ella, ni meterla al estacionamiento de la plaza... -terminó.
Yo había visto, hace años, estructuras para sujetar motos y bicis, pero ya no estaban; a una cuadra en un café había dichas estructuras, pero se me estaba calentando la sangre y sentía sobre mí una misión que no podía definir, una extraña fuerza de terquedad me llevó a darle la vuelta a la plaza por fuera y entrar al estacionamiento. Entramos a pesar de ésta simpática señal:
Esquivamos las plumas robóticas de seguridad y nos colamos: entrando, ahí (donde están las puertas del elevador y las escaleras) atamos nuestras bicis con sus respectivas cadenas al barandal de la escalera. Bien atadas ya, -y sin representar estorbo al caminante- subimos la escalera, y ya en los últimos peldaños de la misma bajaba la Clint Eastwood de esta historia. Esta sheriff del centro comercial, bien leyó nuestras intenciones de hacer caso omiso de su indicación, iba por nosotros, nos miró con ojos de viejo lobo de mar y sus fosas se abrían como paracaídas. No nos detuvimos, seguimos seguros y con la frente en alto. Estábamos convencidos de que no había falta -a la seguridad, ni los buenos modales- en nuestra acción, además en mis adentros rebotaba la idea de que un centro comercial debía ofrecer la infraestructura necesaria para sus visitantes.
La película no fue tan buena como lo que sucedió al bajar las escaleras. Yo traía una mala espina: aquella mirada abrasiva prometía un final más interesante. Así fue, al llegar por nuestros vehículos todo parecía estar bien, desencadenamos los marcos y... ¡Lo sabía! ¡La daga estaba hecha! Al levantar mi bicicleta, la llanta delantera siguió caminando -y casi golpea a una mujer- cuando yo me quedaba con el resto de la bicicleta a mi izquierda; miré la llanta trasera de Ella y el rin dejaba su marca en el mármol del suelo. Nos la hicieron buena. Alguien retiró las mariposas del eje de mi llanta y había sacado todo el aire de la llanta trasera de Ella, por lo menos no la había ponchado. Debo agregar que me esmeré en buscar en todos lados mis piezas, quién querría mis piezas, muy probablemente es la única bicicleta de ese modelo en uso: ¿Por qué no las tiró por ahí, en un bote de basura? Las busqué en todas partes...
Razonamiento en pasos:
1. No fue un intento profesional de robo de bicipartes, sino un ardid de aficionado. Quizá travesura, pues, de contar con los artilugios propios del oficio, se hubieran llevado por lo menos el marco, que es lo más costoso, o las lucecitas de Ella, que eran de reciente adquisición.
2. Un ladrón aficionado se hubiera llevado las lucecitas, no mis mariposas del eje de la llanta. El modelo de mi Magistroni tiene veinte años de haber dejado de ser actual.
3. El acto fue más de corte vandálico que delinquivo, pues la evidencia muestra sólo un afán por hostigar a los propietarios.
Pregunta:
1.¿Quién podría querer hacernos daño?
Resolución:
Dede luego, -y como podrán imaginar ustedes- mi mente apuntó a los ojos ardientes de La Alguacil de plaza. Pensé que nuestra actitud que al final de cuentas siempre fue serena y nuestro acto cuasirebelde, en el que trajimos una opción nueva, que para La Guardia era inexistente en su pensamiento binario y plano, vio amenazada su superioridad en la jerarquía del acomodo social del centro comercial, un atentado a la seguridad, a su autoridad. Y para demostrar qué ella sería quien reiría al final, nos dejó de regalito: una bicicleta incompleta y otra sin aire, para el caso lo mismo de inservibles ambas. Ahora tendríamos que regresar a pie y medio cargando las bicicletas estropeadas.
El Padrino diría: Lo que importa no es el acto, sino el mensaje. A mí, el mensaje, me importa un comino. En cambio, el acto, me fastidió hasta los huesos. Agradarle o no a La Guardia me va igual que me viene, pero, hasta la fecha mi bicicleta siguie imcompleta y ha sido un total cirquito encontrar las piezas de ese arcáico modelo.
C O N T I N U A R Á . . .
Imagenes de la película italiana Ladrón de Bicicletas (Recomendación de El Peatón)
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El Peatón