Chronicle #3 (Hazzard)

Posted by Ricardo Robles | Posted in | Posted on viernes, enero 01, 2010

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Ruta: Línea Dorada (Las Plazas Outlet)
Hora: 22:51
Costo: 9.50 pesos
Boleto: Sí
Aire Acondicionado: Sí
TV: Sí
Discman con metal progresivo: Sí

Tomé el casi último autobús, y no por la hora, ya de noche. Había caminado un buen tramo desde donde estaba hasta la parada así que después de saludar, como acostumbrado, al todavía joven y esbelto operador, me quité la chamarra que llevaba puesta para sentarme en el primer asiento a espaldas de la separación del asiento de chofer y la sección para pasajeros. Eramos yo y alguien más que conversaba con el chofer de bigote, sentado del otro lado.Bajé un poco el volumen del reproductor portatil y mientras veía la tv que convertí en tv muda pensaba en que ese viaje sería uno más. Sin duda, uno más para recordar.

Llegado a mi destino, bajé por atrás, haciendo caso a las indicaciones, me despedí como acostumbrado fijando la mirada en el espejo lateral y a los pocos pasos me dí cuenta de que mi mochila, con su cierre inservible, pesaba un poco menos que cuando subí al verde autobús. ¡Mi chamarra! pensé, ¡Hey! grité tres veces antes de que el gallo cantara y entonces comencé a correr. Como no sabía chiflar con la fuerza de un viene-viene (trapero-cuida-autos) moví los brazos en todas direcciones, luego me concentré en dedicar toda mi energía, que casi nunca es más que poca, a correr. Mi mochila rebotaba en mi espalda y mi corazón palpitaba galopante. Cuando lo ví demasiado lejos y sin que se diera cuenta de que lo seguía, bajé el ritmo y casi me detuve.

Se detuvo casi derrapando las llantas con la carretera enterregada un Jetta negro, con los cristales polarizados. Traía la ventanilla del compiloto a medio cerrar (o abrir?) e inclinándose el conductor hacia mí dijo algo que no comprendí. -Perdón?-, dije yo. -¿Estas siguiendo a ese cabrón?- me dijo. (Ya casi no recuerdo su rostro) Apuntó con su dedo y entendí, me dijo: -¡súbete, ahorita lo alcanzamos!-. Estaba tan exaltado como yo, y durante toda la odisea se mantuvo tan acelerado como yo. Sospecho, ¿un antigüo peatón?, se veía compadeciendo al tiempo de manejar a toda velocidad. Lo delató su arranque al más estilo de los Duques de Hazzard, ahora sí, patinón y motor revolucionado. Por un segundo no sabía lo que estaba haciendo, menos lo que ocurría. Cosa de instantes.

-Se me quedó mi chamarra en el asiento- dije. -Ahorita lo alcanzamos- repitió. Este hombre se acercaba peligrosamente al autobús haciendo un velosísimo cambio de luces, se hacía a la derecha y a la izquierda para ser visto por los espejos laterales. Intentó revasar más de una vez pero el flujo de autos no se lo permitía. El camión se detuvo en una parada casi un kilómetro adelante, no estoy seguro si subió un pasajero, yo bajé corriendo del coche y en cuanto llego a la puerta trasera el Línea Dorada volvio a arrancar. -Ya así ya, no hay pedo- le dije al hombre que estaba modificando su ruta de regreso a casa por la persecusión. -No! qué chingados!, ¿por qué no te hace caso?- me dijo. -De verdad, no hay problema aquí me bajo y camino ya para mi casa, no tengo ganas de pelearme con nadie- dije. -Ahorita yo te llevo, nomás que lo alcancemos otra vez- contestó él. Ya más por el puro vuelo de la situación acepté intentarlo una vez más.

A la poca distancia y lo que parecieron 200 cambios de luces se volvió a detener el autobús. Me baje rápido, corrí a la puerta delantera. Toqué como en puerta de casa, traté de que no fuera muy fuerte para evitar malentendidos. A penas se podía ver a través de los cristales de las puertas, lo acepto, estaba algo aturdido y atolondrado. Solo ví al bajito chofer mover su brazo estriado y a lo lejos su voz diciendo: -¡Por atrás!-. Se abrío la puerta y subí rápido, él estaba de pie, sus piernas abiertas tanto como el pasillo lo permitía. Su camisa blanca brillaba con la muy común luz negra del techo. Corrí por el pasillo. ¡Qué quieres?! dijo, -Vengo por mi chamarra- dije rápido y en tono de bandera blanca. No supo que responder, creo. En cuanto me agaché por la dichosa chamarra gris, a la luz negra brilló también en un traslúcido color naranja el mango de un T-160-20P (25"). Un Machete Estandar de Cacha Ancha de veinticinco pulgadas de largo marca Truper que sostenía con su mano derecha. Haciendo como que la Virgen me hablaba, tomé la chamarra y corrí de regreso por el pasillo. No me quité esa imagen de la cabeza por varios días. Consideré la experiencia un buen pretexto para volver a dirigirme al amable lector y aquí está el resto de la historia. El hombre del Jetta de Hazzard dió vuelta en el retorno y me dejó frente a la banqueta donde incialmente me había dejado el Línea Dorada, crucé la calle y seguí caminando.


El Peatón


How to Use the Guadalajara Bus System:

http://www.ehow.com/how_4678142_use-guadalajara-bus-system.html

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