Chornicle #5

Posted by Ricardo Robles | Posted in | Posted on viernes, enero 01, 2010

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Hora: 21:10
Ruta: 24
Agresor(es)/Víctima(s): 5 jóvenes preparatorianos
Víctima: Una señora, de condición peatón y usuaria de la Ruta 24.
Héroe: Operador de Ruta 24
Ayudante: Taxi (Sitio # desconocido)
Comentaristas: 1. Boletero (Recoge los boletos a la entrada del Cinematógrafo) 2. Viene-viene (Estacioneamiento exclusivo) 3. Viene-viene (Estacionamiento público, banqueta ordinaria de la calle paralela) 4. El Peatón.


Antes de llegar a la esquina de la callecita paralela a unas vías de tren, que atraviesa transversal y, sobre el paso a desnivel de una principal avenida de la ciudad, pude observar a un grupo de cuatro jóvenes reírse tomados del barandal unos, recargados otros. Tendrían quizá edad de preparatoria. Yo estaba por encontrarme con un muy buen amigo para después tomar unas varias tazas de café.


El alumbrado público hacía destacar las bermudas, tenis y gorra blanca que llevaba uno de ellos, el más alto de todos. Traía una botella 600 ml. Peñafiel (mineral?) de plástico. Otro de ellos también vestido en tonos claros, señalaba con la zurda en dirección a los automóviles que venían en dirección opuesta. El primero lanzó la botella y mientras sonreía, al terminar el movimiento quedó de frente hacia mí, que me aproximaba a buen paso y semblante más molesto que de sospecha frente a la escena. La sonrisa se le desvaneció y hizo un torpe movimiento como de patear algo que no existía. Su derecha regresó al barandal. Quedaron murmullos.


El punto de encuentro era un cinematógrafo local. (El dueño original falleció y le dejó la administración a los empleados que parecen tener filiación no solamente laboral) Cruzando la calle establecí contacto visual con el quinto elemento de esta pandilla de "niños bien". Nos miramos, doblé hacia el cinematógrafo y dejé a los chicos detrás, yo estaba más concentrado en la música y en el cierre de mi mochila recién reparado. Caminé hasta mi punto final del recorrido, miré el horario de funciones y calculé de pie el tiempo que restaba para que terminara la proyección de las 7:40 y me senté en la bardita de la jardinera.
De repente escucho pasos veloces hacia la dirección en que me encontraba, levanté la mirada y una playera blanca y piernas delagadas se movían a toda velocidad debajo de la banqueta, otros dos (o tres?) doblaron en la esquina rapidísimo. El chico de blanco no venía solo, evidentemente no estaba ejercitando por gusto propio, estaba escapando, todos estaban escapando. Detrás de él venían un hombre de muy baja estatura, quízá un metro y medio, y buena panza; sin embargo el hombre no venía menos veloz que el perseguido. Venía riendo, por un segundo pensé que estaban jugando, al segundo siguiente confirmé lo contrario, no se trataba de ningún juego, el hombre llevaba una botella de litro y medio de cocacola vacía, de esas botellas altas y de cristal, e iba gritando. ¡Ahora sí verdad, hijo de tu chin-gada madre..! Y la sonrisa se convirtió en carcajada. Iba casi frente a mí cuando aflojó el paso y se detuvo. En cuestión de segundos un taxi se detuvo atrás de él, luego lo emparejó, intercambió palabras desde la ventanilla y abordó el Nissan Tsuru amarillo (modelo emblemático del taxista tapatío). Arrancó y velóz alcanzaron la esquina en la que el joven de blanco dobló a la derecha. Dos (de los dos o tres) que habían tomado la ruta primera, dejando al chico de blanco solo, regresaron y miraron la escena del taxi asomados de cuello para arriba en la esquina de los cines. En cuanto arrancó el coche, se escabulleron también en su calle.


Yo ya estaba de pie, ví cómo dobló el taxi en la esquina. -Ahorita lo van a alcanzar- dijo el Viene Viene 1 (el del estacionamiento privado), que desde ahora será VV1, -ya habían estado aventando piedras desde acá hace rato, y les dije: saben qué, no hagan eso, eso no se debe de hacer-. El boletero se había acercado y era a él a quien dirigía esa conversación, seguí acercándome al núcleo de la zona de comentaristas. El Viene Viene (él de la calle de los prófugos) cerró el círculo como el cuarto comentarista, desde ahora VV2.


Todos miraban de un lado a otro, esperando ver si algo más ocurría. De inmediato se comenzaron a hacer presentes las diferentes visiones de lo ocurrido. -Ahorita lo van a agagggar- Decía el boletero con su peculiar acento en las "r". -Le han de haber aventado algo al camión- dijo VV2. -¿Cuál camión?- pregunté. -Ahí está parado el 24, de ahí se bajó el que andaba tras de ellos- contestó VV1. El boletero movía la cabeza en forma de negación y algo balbuceaba en voz muy baja, ¡qué piel tan blanca! pensaba yo. Hasta entonces comencé a darme cuenta de lo que estaba ocurriendo, miraba dentro del núcleo de comentaristas a los personajes ahí congregados y seguía masticando lo ocurrido. Era el chofer quien los perseguía, pues el 24 color blancoy naranja no se movía. -Yo creo que no tienen nada mejor que hacer- dije. -Ahi andaban hace rato- volvió a decir VV1, con una chamarra de mezclilla y mangas de tela. El boletero decía que no en silencio. -A esos no se les golpea, porque estan chicos, a esos hay que llevaglos a la patrulla... ahorita lo van a agaggag- dijo el boletero. Dije yo -Pues si le rompieron un cristal o algo, si vale la pena que se los cobren, pa qué andan ahí- . A lo que contestó VV2. -Mmm... esos salen luego luego..- -Nomás van los papás y los sacan, pagan y los sacan- dijo VV1. -Pues sí, pero con el puro susto de subirse a la patrulla y que los lleven "al tute"... con eso... aunque creo que asustados ya estaban- dije yo, recordando el veloz chico de blanco y con la cabeza jalada hacia trás por su carrera. -El chofer iba a carcajadas- dije, para justificar mi comentario.


-Ahí viene el chofer ya- venía caminando y sin botella. No sabía que esperar. Por lo pronto no había manchas ni de tierra ni de sangre. Comencé a descartar un enfrentamiento a golpes o botellazos. Venía caminando y de repente aceleraba casi hasta trotar. -¿Lo alcanzaron?- preguntamos los comentaristas. -No, se metió ya más pa allá, a una casa yo creo-. -¿Pos que hicieron?- preguntó (creo) VV1. -No, aventaron una piedra y le pegó a una señora-. Vaya sorpresa nos llevamos. Nunca dijo que hubiera roto un cristal, el hombre estaba molesto porque la piedra que aventaron había lastimado a una mujer.


La bolita de comentaristas comenzó a desintegrarse poco a poco, yo por mi cuenta me dirigí hacia el camión, detrás del chofer. ¿Estará sangrando la señora? ¿será joven o vieja? ¿si es madre, vendría cargando a su bebé o su niño o estaría embarazada? ¿Qué habrá pasado con los demás pasajeros, se habrían percatado de todo? Ahora con eso de la TV.Movil todo mundo viene viendo el horóscopo de cáncer, o el anuncio de la escuela de gastronomía, o algún video de humor ochentero tipo La risa en Vacaciones. (Mi abuelo era fan, las tenía todas) Habían pasado más de 10 minutos y nadie más había bajado del camión. Casi en la puerta ya, el camión arrancó. Regresé al acceso de los cines, dí Play a la música y me puse a escribir. Tenía que compartirles esta historia.

El Peatón

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