Reseñalizaciones

Posted by Ricardo Robles | Posted in | Posted on jueves, marzo 11, 2010

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De Charlas Literarias y Delincuencia Organizada: Una crónica no peatonal Parte 2

"A río revuelto, ganancia de pescadores"
Como anuncié hace casi una semana, la cifra oficial de la reposición por los faros robados ascendería a 13,000 pesos. Yo, no los tuve, ni los tengo. -¡Pues a la 5 de febrero (8 de julio) mi Roble!- fué la frase que más escuché las siguientes 48 horas al incidente. Aquí relato la segunda situación en la que debuté en esa charla literaria.

Aceptando mi madre que la primera opción para recuperar las piezas perdidas sería ir a buscar aquel par a donde se venden las piezas usadas (robadas), establecimos día y hora para ir a dicha expedición. Fue como una de esas salidas familiares que cada vez menos se usan. Todos íbamos no gratamente exitados arriba del coche que bajaba por Niños Héroes hasta donde el destino deparara.

Varias cuadras antes del Carlton, en la zona donde se venden jacuzzis y escusados , mi papá pudo ver a Rocinante y al Quijote; un hombre joven que montaba poco elegantemente su chaparra motocicleta amarilla.
-Ahorita vas a ver cómo ese tipo de la moto se nos acerca, él nos va a conseguir los faros- dijo mi padre con el tono de seguridad que lo caracteriza. Dicho y hecho: el Quijote nos miró y zigzagueó, se nos acercó e hizo su entrada triunfal, -Yo le consigo sus faros- dijo, en lo que su Sancho, un joven raquítico y muy mal parecido montando una bicicleta con diablitos  agregó -Baras baras-. Mi padre fingiendo ignorancia recibió indicaciones del Quijote. Lo seguiríamos, su negocio estaba frente al Wal Mart. La incredulidad novata de toda la familia nos acompañó el resto del camino.

En realidad el lugar estaba a unas cinco cuadras del Wal Mart, muy cerca de la Central Camionera Vieja -destino final de mis queridos Santa Anita-San Agustín-. Nos estacionamos y el Quijote, (que portaba playera de los Pumas) se dirigió a un hombre grande en un local de refacciones e inmediatamente se pegó a su Nextel. No pasaron dos minutos para que nos tuviera 'conseguidas' las piezas y el precio.

-3,000 pesos con sus piezas aseguradas y usted queda como si no le aiga pasado nada a su camioneta- me dijo el Quijote. Encabronamiento e impotencia se respiraba dentro de la camioneta cuando me acerqué a dar mi reporte. abía dos juegos de faros disponibles 'en bodega', unos buenos y otros más amarillentos, según nuestro fanático del equipo universitario.Regateamos como era de esperar. El Quijote se rascaba la cabeza y exponía su difícil situación:


-Ire patrón- ahora dirigíéndose a mi padre -yo me gano 100 pesos por mi jale, somos dos- apuntando a su Sancho que no dejaba de merodear en bicicleta - a mí me los están dejando ya baratos... y se los vamos adejar asegurados para que no se los vuelvan a robar-.


Mi papá con más colmillo que yo insistió en el regateo subiendo solo un poco la cifra y el Quijote regresó con el mero mero del local; se quedó pegado a su Nextel negociando con el de 'la bodega' (supongo). Regresó para decir que le habían aceptado la oferta y que en cinco minutos llegaban las piezas. Fuí por unos refrescos y al regresar el Quijote se montaba en la motocicleta (mismo modelo que la suya) para ir por las piezas y agilizar el movimiento. En diez minutos estaba de regreso, mostró las empolvadas piezas y comenzó a trabajar con las herramientas del local y la asistencia de otros dos empleados. Como el coche había sido violentado para extraerle las piezas tuvieron un par de dificultades para colocar las 'nuevas' piezas, pero nada del otro mundo para estos expertos.


Hace un par de años el seguro de la camioneta talló en todas las piezas robables un código (algo así como A5069). Al fijar la vista en la pieza izquierda ahí estaba el mismo código que habían marcado en toda la camioneta. Suponemos que quien me robó las piezas fue un principiante, primero bajo la falsa creencia de que la camioneta era vieja y que había muy pocos modelos en la ciudad: y en segundo lugar porque la pieza de la derecha estaba estrellada (se le metía el agua en temporada de lluvias). Obviamente esa pieza era invendible, ¿para qué robarla? Quizá yo sería el único que la compraría, sin embargo, no me la vendieron, la pieza que la suplió fue otra, de otro modelo. Saben que las víctimas de sus delitos regresarán para recuperarlas como estén.

Al final ya bromeábamos con todos. Uno de ellos nos contó que antes de su tatuaje de dragón chinezcoen la pierna, tenía una lagartija que se había hecho a los quince años, y que había sido motivo de carrilla con sus compinches; otro le explicaba a mi papá como arreglaba un retrovisor de BMW nuevo. Yo, tomaba notas en mi cuaderno para escribir este final de la historia.

Vaya negocio redondo el de estas ratas. El motín del fraude se escurre entre todos los eslabones de ésta organización de crímen organizado. Gana el rata que 'consigue' las piezas, gana el que las almacena en 'la bodega', gana el del establecimiento que hace de finta de negocio bien habido, y ganan al final los Quijotes y Sanchos que lanzan sus redes en el flujo vial de las calles y avenidas.

¿Qué hacerle si estamos dando 'empleo' a tanta gente?
¿Mejor darle empleo a los franeleros que 'cuidan' y 'lavan' los coches en las banquetas que son de todos?
¡Qué jodido!

Reseñalizaciones y La Llave del Picaporte otrogan a la ciudad de Guadalajara nido del fraude de robo y venta de autopartes la señal de Rotonda (negocio redondito) y la señal de Cruce de Jinetes a la zona del Parque Agua Azul.

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